
El uso de "el K" puede resultar en profundos problemas físicos y mentales incluidos delirio, amnesia, deterioro de la función motora y problemas respiratorios potencialmente mortales.
El K es un polvo. La droga por lo general se aspira, pero a veces se esparce sobre el tabaco o la marihuana y se fuma. El K a menudo se usa en conjunto con otras drogas tales como éxtasis, heroína o cocaína.
La ketamina líquida fue desarrollada a principios de los años 60 como anestésico para uso quirúrgico y fue utilizada en los campos de batalla de Vietnam como anestésico. La ketamina en polvo surgió como droga recreativa en los años 70 y se conocía como "Vitamina K" en los 80. Resurgió en los años 90 en el ambiente de fiestas "rave" como "Special K".
Los farmacéuticos de Barcelona, España, han detectado que la demanda de ketamina como droga de abuso se ha duplicado en los últimos meses entre los más jóvenes. Los adolescentes intentan utilizar este anestésico de uso veterinario, que no se puede dispensar en los establecimientos farmacéuticos, para drogarse y probar nuevas sensaciones.
La creciente demanda de esta sustancia en las farmacias catalanas "podría venir acompañada de un aumento de ketamina en el mercado negro", aseguró el vocal y miembro de la Comisión de Drogas del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Barcelona (COFB), Rafael Borrás.
La administración de ketamina puede llegar a provocar convulsiones, parálisis, náuseas, paradas respiratorias y muerte. Este anestésico, que habitualmente se utiliza para sedar a caballos y gatos, actúa como psicodélico y es especialmente peligroso combinado con determinados ansiolíticos, antiasmáticos y antidepresivos y también si se consume con sustancias como el éxtasis, la cocaína, los opiáceos o energizantes.
Efectos psicológicos y fisiológicos
Los efectos comienzan en un par de minutos y duran menos de una hora. Cierto individuo que se administró 80 mg. por vía intravenosa describió su experiencia a la revista High Times en los siguientes términos:
“El viaje comienza con una sensación de agradable calor en todo el cuerpo. Pronto siento que estoy flotando. Todo brilla en la habitación. Las sábanas parecen de seda, luego de arena, luego de agua. Luego empiezo a ver escenarios alucinantes con los ojos cerrados. En cierto momento mi brazo izquierdo se convierte en un tronco y el derecho en un inmenso árbol. Mi cuerpo se encoge. Luego ya no tengo cuerpo. Nada de lo que sucede me importa o molesta. Pienso que debe desaparecer la ciudad de Los Ángeles. Sería divertido. Después de los 45 minutos empiezo a volverme otra vez coherente, una entidad unida en algún punto del espacio. Veo borroso, pero logro levantarme al baño a orinar. Siento que he regresado de un universo que no es el que dejé hace 45 minutos. A lo mejor estoy en un paralelo. Llamo a mi novia para ver si existe, porque si no tendré que inyectarme K de nuevo para ver si regreso de nuevo a mi universo. Ella contesta y descanso”.
A continuación se reproduce un relato de Charo, una dominicana entrevistada en Barcelona, aunque no se puede asegurar con exactitud si lo que consumió fue fenciclidina o ketamina ya que habla de un anestésico de uso veterinario al que llama "polvo cósmico" pero también le da el nombre de Ketalar que es el nombre comercial de la ketamina.
“Yo me acuerdo la primera vez que probé el ketalar llegó un amigo, un tío al que no conocíamos a la casa de una amiga y llegó con un potecito era... ¿como se llamaba? es como anestésico, ¡polvo cósmico! anestésico de caballo. Lo puso en una sartén, lo hirvió hasta que se evaporó toda el agua, se cristalizó en la sartén y sacó todo el polvito. Más o menos una especie como de cocaína ¿no? Pero el efecto no es de cocaína, nada que ver... totalmente alucinante, totalmente, nos volvimos locos esa noche, muchas risas muchas historias... La experiencia máxima que tuve con el ketalar, fue que un día nos fuimos a la montaña y parece ser que nos pasamos de consumir yo bajé con el Chiqui y Renzo a comprar cerveza y a mí se me fue la cabeza me dio un ataque de histeria, yo me ví cayendo por el barranco totalmente y mi primera impresión fue abrir la puerta para salir del coche para tener un sitio para agarrarme y no caerme al vacío y claro, no nos estábamos cayendo del barranco para nada y claro yo me iba a caer del coche íbamos a una velocidad muy fuerte... entonces ellos pararon el coche porque claro yo me iba a tirar del coche y a partir de ese entonces jamás lo consumí, jamás lo volví a consumir, jamás. Yo consumo la droga siempre y cuando yo la pueda controlar pero si no la puedo controlar no la consumo. El ketalar nos convirtió en ratas... eran ratas todos, yo también”.
A nivel fisiológico, la ketamina en dosis bajas aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y sanguínea, disminuyendo levemente la frecuencia respiratoria. En dosis altas suele provocar náuseas y vómito. No se han reportado problemas serios derivados de su uso constante.
La creciente demanda de esta sustancia en las farmacias catalanas "podría venir acompañada de un aumento de ketamina en el mercado negro", aseguró el vocal y miembro de la Comisión de Drogas del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Barcelona (COFB), Rafael Borrás.
La administración de ketamina puede llegar a provocar convulsiones, parálisis, náuseas, paradas respiratorias y muerte. Este anestésico, que habitualmente se utiliza para sedar a caballos y gatos, actúa como psicodélico y es especialmente peligroso combinado con determinados ansiolíticos, antiasmáticos y antidepresivos y también si se consume con sustancias como el éxtasis, la cocaína, los opiáceos o energizantes.
Efectos psicológicos y fisiológicos
Los efectos comienzan en un par de minutos y duran menos de una hora. Cierto individuo que se administró 80 mg. por vía intravenosa describió su experiencia a la revista High Times en los siguientes términos:
“El viaje comienza con una sensación de agradable calor en todo el cuerpo. Pronto siento que estoy flotando. Todo brilla en la habitación. Las sábanas parecen de seda, luego de arena, luego de agua. Luego empiezo a ver escenarios alucinantes con los ojos cerrados. En cierto momento mi brazo izquierdo se convierte en un tronco y el derecho en un inmenso árbol. Mi cuerpo se encoge. Luego ya no tengo cuerpo. Nada de lo que sucede me importa o molesta. Pienso que debe desaparecer la ciudad de Los Ángeles. Sería divertido. Después de los 45 minutos empiezo a volverme otra vez coherente, una entidad unida en algún punto del espacio. Veo borroso, pero logro levantarme al baño a orinar. Siento que he regresado de un universo que no es el que dejé hace 45 minutos. A lo mejor estoy en un paralelo. Llamo a mi novia para ver si existe, porque si no tendré que inyectarme K de nuevo para ver si regreso de nuevo a mi universo. Ella contesta y descanso”.
A continuación se reproduce un relato de Charo, una dominicana entrevistada en Barcelona, aunque no se puede asegurar con exactitud si lo que consumió fue fenciclidina o ketamina ya que habla de un anestésico de uso veterinario al que llama "polvo cósmico" pero también le da el nombre de Ketalar que es el nombre comercial de la ketamina.
“Yo me acuerdo la primera vez que probé el ketalar llegó un amigo, un tío al que no conocíamos a la casa de una amiga y llegó con un potecito era... ¿como se llamaba? es como anestésico, ¡polvo cósmico! anestésico de caballo. Lo puso en una sartén, lo hirvió hasta que se evaporó toda el agua, se cristalizó en la sartén y sacó todo el polvito. Más o menos una especie como de cocaína ¿no? Pero el efecto no es de cocaína, nada que ver... totalmente alucinante, totalmente, nos volvimos locos esa noche, muchas risas muchas historias... La experiencia máxima que tuve con el ketalar, fue que un día nos fuimos a la montaña y parece ser que nos pasamos de consumir yo bajé con el Chiqui y Renzo a comprar cerveza y a mí se me fue la cabeza me dio un ataque de histeria, yo me ví cayendo por el barranco totalmente y mi primera impresión fue abrir la puerta para salir del coche para tener un sitio para agarrarme y no caerme al vacío y claro, no nos estábamos cayendo del barranco para nada y claro yo me iba a caer del coche íbamos a una velocidad muy fuerte... entonces ellos pararon el coche porque claro yo me iba a tirar del coche y a partir de ese entonces jamás lo consumí, jamás lo volví a consumir, jamás. Yo consumo la droga siempre y cuando yo la pueda controlar pero si no la puedo controlar no la consumo. El ketalar nos convirtió en ratas... eran ratas todos, yo también”.
A nivel fisiológico, la ketamina en dosis bajas aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y sanguínea, disminuyendo levemente la frecuencia respiratoria. En dosis altas suele provocar náuseas y vómito. No se han reportado problemas serios derivados de su uso constante.

Las intoxicaciones agudas con ketamina provocan depresión respiratoria, en cuyo caso se recomienda utilizar asistencia respiratoria mientras cede el efecto del anestésico. Esto hace necesario acudir a un hospital inmediatamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario